Dicen que el poder corrompe. No lo creo. Considero que el poder permite a los corruptos mostrar su verdadera personalidad.
En
este artículo podría hacer un recuento histórico de los reyes, emperadores,
faraones o como quisiéramos llamarle a los ostentadores de poder a través del
tiempo en diferentes lugares. Sin embargo, me limitaré a mencionar a Sargón por
ser el baluarte del primero de todos los imperios conocidos, el imperio Acadio.
Seguidamente haré referencia a Ramsés el
Grande, faraón egipcio de la IX
dinastía, quien gobernó durante sesenta y cinco años y engendró ciento
cincuenta hijos. A pesar de toda su gloria y de apegarse fuertemente al poder faraónico,
no pudo escapar de las fauces de la vejez y la muerte que le susurraban al
oído, el poder es efímero y la vida es niebla disipada con los primeros rayos
del sol.
Cuando
los gobernantes se aferran ciegamente al poder, lo difícil no es sacarlos sino los cuidados a tener
cuando vienen cayendo para evitar el estruendo y la destrucción provocada por
su caída.
Los
ostentadores de poder suelen rodearse irremediablemente de lisonjeros o
aduladores que por lo general son hipócritas pasivos y oportunistas
profesionales. También pueden encontrarse hombres de elevada inteligencia,
integridad y de probados conceptos y principios, pero suelen durar pocos en los
círculos de poder porque tienen la rara virtud de la sinceridad, dicen la
verdad sin titubeo ni maquillaje, y eso incomoda a los que ejercen poder sin
sabiduría.
Por
otro lado, están los llamados amigos torpes o brutos. Bruto, ¿de dónde viene
esa palabra? Brutus, era un hijastro del emperador romano César el Grande.
Nunca dio César a Brutus un puesto de relevancia en su entorno; sin embargo,
Brutus gozaba de las mieles del poder. Cuando Casio y los complotados se
amotinaron y emboscaron al César en uno de los pasillos del palacio y
arremetieron a cuchilladas contra él, ya moribundo vio a Brutus venir hacia él
y creyó salvarse; pero Brutus lo terminó de matar, y lo único que pudo decir el
César fue: ¿¡Tú también, Brutus!? Tan pronto los complotados tomaron el poder
pasaron a Brutus por filo de espada.
Todos somos inteligentes porque la
inteligencia está en todos nosotros, la diferencia radica en que unos la
ejercitan y desarrollan más que otros. El
peor enemigo suele ser un amigo bruto…
¡Candela,
regresó el tren!