sábado, 4 de junio de 2016

El Poder es Efímero


Dicen que el poder corrompe. No lo creo. Considero que el poder permite a los corruptos mostrar su verdadera personalidad.



En este artículo podría hacer un recuento histórico de los reyes, emperadores, faraones o como quisiéramos llamarle a los ostentadores de poder a través del tiempo en diferentes lugares. Sin embargo, me limitaré a mencionar a Sargón por ser el baluarte del primero de todos los imperios conocidos, el imperio Acadio. Seguidamente haré referencia a  Ramsés el Grande, faraón egipcio de la IX  dinastía, quien gobernó durante sesenta y cinco años y engendró ciento cincuenta hijos. A pesar de toda su gloria y de apegarse fuertemente al poder faraónico, no pudo escapar de las fauces de la vejez y la muerte que le susurraban al oído, el poder es efímero y la vida es niebla disipada con los primeros rayos del sol.

Cuando los gobernantes se aferran ciegamente al poder, lo difícil  no es sacarlos sino los cuidados a tener cuando vienen cayendo para evitar el estruendo y la destrucción provocada por su caída.


Los ostentadores de poder suelen rodearse irremediablemente de lisonjeros o aduladores que por lo general son hipócritas pasivos y oportunistas profesionales. También pueden encontrarse hombres de elevada inteligencia, integridad y de probados conceptos y principios, pero suelen durar pocos en los círculos de poder porque tienen la rara virtud de la sinceridad, dicen la verdad sin titubeo ni maquillaje, y eso incomoda a los que ejercen poder sin sabiduría.
Por otro lado, están los llamados amigos torpes o brutos. Bruto, ¿de dónde viene esa palabra? Brutus, era un hijastro del emperador romano César el Grande. Nunca dio César a Brutus un puesto de relevancia en su entorno; sin embargo, Brutus gozaba de las mieles del poder. Cuando Casio y los complotados se amotinaron y emboscaron al César en uno de los pasillos del palacio y arremetieron a cuchilladas contra él, ya moribundo vio a Brutus venir hacia él y creyó salvarse; pero Brutus lo terminó de matar, y lo único que pudo decir el César fue: ¿¡Tú también, Brutus!? Tan pronto los complotados tomaron el poder pasaron a Brutus por filo de espada.

Todos somos inteligentes porque la inteligencia está en todos nosotros, la diferencia radica en que unos la ejercitan y desarrollan más que otros. El peor enemigo suele  ser un amigo bruto…

¡Candela, regresó el tren!