jueves, 8 de octubre de 2015

Del Papa, de Estados Unidos, de Cuba, y otros menjurjes más...

Del Papa


Llegó a Cuba otro Papa con túnica blanca. Este se llama Jorge Mario Bergoglio Sívori.¡Muy bonito todo! Maravilloso si hubiese tomado treinta minutos de su tiempo para reunirse con las abnegadas damas de blanco, y con algunos otros tantos disidentes de espíritu inquebrantable.

No fue así. Dios miró para otro lado... No mencionaré nombre de alguien en particular, para mí todos son líderes de un pueblo atribulado que pareciera estar destinado, por la divina providencia, a la desesperación, al destierro y al abandono.

Gracias de todos modos, hermano Francisco. Así como usted pide orar por usted, este modesto hijo de Dios le pide a usted orar por mi patria y por todos los cubanos no violentos y buscadores de mejores días, llevando por delante las enseñanzas del maestro, el ungido, el Cristo. "Ámanse los unos a los otros" "Sean mansos como palomas, pero astutos como serpientes".

A pedido de un conocido y paisano suyo, he tenido a bien enviarle un ejemplar de mi novela "Un Cura en la Encrucijada"; puede estar convencido que doce millones de cubanos oraremos por usted.

En lo personal, pediré a Krishna, a Yahvé, al Buda, a Zoroastro, al Cristo, a Mohammed, a Bahá'u'lláh, a Mitra, y a todas las encarnaciones divinas para que usted goce de vida saludable y pueda ver un día,  no lejano en el tiempo, a la patria de José Martí libre de heridas, odio, cizaña, y doctrinas que dividen a la única raza sobre la tierra, la raza Humana.

De Estados Unidos y de Cuba


John Kerry llegó a la Habana, inauguró la embajada, paseó en carros antiguos, analizó la situación y se fue. El almiquí habanero me dijo, masticando una desilusión amarga, John Kerry no fue al Cabo de San Antonio, tampoco pasó por Maisí, y se quedaron con los deseos de verle, no en Cayo Coco ni en Varadero, sino en Jesús María, Párraga, en Palo Cagado u en otro barrio abandonado. Sin embargo, le vieron cumpliendo la línea tirada por el visionario Barack Hussein Obama: "Para cambiar hay que caminar diferente".  

Entendible, no se puede caminar mirando para atrás. Sin embargo, tampoco podemos olvidar el pasado porque estaríamos condenados a repetirlo.

Olvidaba decirles, me dijo el mismo almiquí habanero que en Blanco y Trocadero vieron un moreno clonado de Obama, mientras un viejo timbalero gritaba a los cuatro vientos: "Ese negro, Obama, tiene tumbao".

Espero que al timbalero no le quiten su timbal, ni su derecho de hablar por haber pronunciado esa palabrita de tumbao'; porque algún arrastrado puede malinterpretarlo y terminar el timbalero golpeado o encerrado.

Estado Unidos ganó la partida, aprendieron, de su inmortal campeón mundial Robert Fisher, y su genial gran maestro Paul Morphy, a jugar para ganar, cambiando en cada apertura y defensa, tácticas y estrategias. Pero no se confíe Obama, porque en Cuba, José Raúl Capablanca, dejó su herencia y ahí también juegan ajedrez del bueno. 

Gracias presidente Barack Hussein Obama, por terminar con el juego del gato y el ratón y por impulsar la paz entre dos pueblos que siempre tuvieron relación de hermandad, hasta que un mal día llegó la maldad, los dividió y todo se jodió. 

Gracias Estados Unidos por haber acogido y seguir recibiendo en su territorio a mis sufridos compatriotas.

Las fuerzas celestiales continuarán iluminándole para que todos vuestros sueños sobre Cuba se hagan realidad. Usted, si puede algún día, ore por mis compatriotas disidentes no violentos que por luto a la patria vestimos casi siempre de negro y por civilismo, a veces de blanco. Yo oraré por mis almiquíes que a fuerza de ser cazados, están casi exterminados.

Todo es bonito y pinta bueno, ya no es diversionismo ideológico tener artículos promocionales del capitalismo, ni delito llevar un pullover (suéter) con la bandera de Estados Unidos. En Cuba, Estados Unidos está de moda.

¿¡Cómo cambian los tiempos Venancio, que te parece!? Amanecerá y veremos... Será hasta la próxima, tengo que irme urgente.

El viejo almiquí guantanamero llamó para decirme: Albertico, mataron a Lola, a la misma hora y en el mismo lugar donde la mula tumbó a Genaro.

¡Cuídense mi gente, que ahí viene el tren!